lunes, 1 de septiembre de 2008


¿Desconexión = exclusión?


Hoy en día es prácticamente imposible que algo (servicios, empresas, entidades, lugares) que exista en la cotidianidad no se encuentren en Internet. Como dirían algunos, sino no está en Internet, no existe. Salvo claro está, la tienda de la esquina de nuestras casas que por sus pocos ingresos económicos no puede acceder a la universalidad de la red.

Ahora bien, si tenemos en cuenta que las autopistas de la información de la red se asemejan con las avenidas de cualquier megalópolis contemporánea, por la conjugación de recursos y espacios urbanos que hacen que red y ciudad se complemente de manera que el ciberespacio se extienda a lo urbano, pero que paralelamente compita con él, de esa misma forma la inclusión o exclusión social incurre en el ciberespacio, tal y como se presenta en la urbe.

Aunque la Internet puede hacer que los ciudadanos tengan más posibilidades de participar activamente en procesos sociales, económicos y políticos, y hacer más eficientes la labor de las entidades públicas (información electoral, reconocimiento de proyectos municipales y nacionales, entre otros) la falta de acceso a la red limita tales bondades. Esta “brecha digital” influye en la suma de exclusiones económicas, políticas y culturales que nos preceden.

Hay que tener en cuenta, que dicha brecha varía entre países. Ya que, los creadores de tecnología como Japón y Estados Unidos tienen la posibilidad de tener el 66% de las tecnologías que se desarrollan en el mundo. Naciones como Canadá, USA y Suecia tienen más del 50% de la población con acceso a Internet, otros como Colombia, Brasil y México cuentan con un acceso de sólo un 6% de sus habitantes. En Argentina, Perú y Uruguay el porcentaje de usuarios no supera el 14%. (Internacional Comunication Union)

Hablando concretamente del caso colombiano, y trayendo a colación un tema en particular como lo es la Planilla Única, sistema implementado por el Gobierno Nacional que busca integrar los pagos de aportes de seguridad social. Ejemplo que profundiza, entre los ciudadanos de módem que quedan fuera de la ciudad digital, pues su funcionalidad radica primordialmente en el acceso a internet, el conocimiento del mismo y la capacidad de velocidad que cada usuario posea.

Aunque dicha técnica ya estaba implementada varios meses atrás, de hecho, fue un proceso gradual que inició con grandes compañías, luego empresas pequeñas y finalmente trabajadores independientes, las dificultades en el proceso han entorpecido el pago oportuno de las prestaciones sociales de muchos colombianos. Aunque la Presidencia de la República certificó el 14 de agosto pasado que más de 544 mil trabajadores independientes pagaron sus aportes por este medio, a partir del 1 de junio, mes en que se implemento dicha regla para este sector, la planeación del sistema no dio abasto para los 7millones trabajadores independientes que se cree operan en el país. Es decir, que 5. 130.000 no pudieron cumplir con dicho requisito.

De acuerdo con Luz Adriana Palacio, contadora del Politécnico Colombiano Jaime Isaza Cadavid, “aunque el pago de la planilla única no es dificultoso, no todo el mundo tiene acceso a internet, cuenta con una buena velocidad y sabe manejar la red.” Con este panorama, la tecnología está produciendo nuevos aspectos de la exclusión, una exclusión tecnológica en la que ya no sólo tendríamos que hablar de ricos y pobres, sino de conectados o no conectados, o de estratos 1, 2, 3, 4, 5 y 6 sino, de ciudadanos de módem y los de banda ancha de 200k, 512k, 1.000, 2.000, 3.000 y hasta 4.000 k en otras palabras, “sociedades de varias velocidades”.